martes, 13 de diciembre de 2011

Stop and say Hello!

Hola le vuelvo a decir al blog, hermosa herramienta para contar que tenemos adentro.
Adentro, donde nadie puede corrumpir tu paz o tus tormentas.
Actualmente vivo en una. Como en una pequeñita barca de madera que, víctima del naufragio hacia un rumbo desconocido, sufre de los vaivenes propios del mar y su inmensidad.
Quizá, lo único que me molesta de ésa tormenta, es no saber hacia donde me lleva.
Quizá, dándome cuenta que hay más cosas que me molestan de ésa tormenta, digo que me cansan los golpes que le da el mar a mi barca. Algunos necesarios, pero otros sin sentido. Sé que a la larga ése sentido saldrá a la luz para decir finalmente "ok, tuve que pasar por todo éso para llevar a mi barca a una hermosa tierra firme".

Sin embargo, el proceso es molesto, perturbador, me trae ganas de llorar como ganas de reírme. Y es cuando me río que encuentro que hay muchísimas otras barquitas al lado mío compartiendo el mismo cáos que ese mar llamado vida implica.
Y es cuando descubro que no estoy sola, que yo misma me aislé tratando se que mi barca se salvara de hundirse, hundiéndose con ella mis ganas de seguir luchando.

Y luchando es la única manera de poder soportar las tormentas, porque son pasajeras, y en algún momento vuelve a salir el radiante sol y la calma, que dura más que las tormentas, por suerte. La calma en el mar son momentos también, a los que denomino felicidad.
Desde la más simple de las felicidades hasta la más compleja.
Dormir, correr, mirar al sol, amar, divertirse.
Estar con otras barcas, compartir experiencias de tormenta y reírse al final. Porque para éso estamos en éste mar.

Por ahora, puedo decir que mis tormentas a pesar de que se me hagan eternas, son sólo momentos gracias a otras barcas que acompañan mis pesares.

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