
Todavia esa frase me resuena en la cabeza y termino concluyendo en que lamentablemente es así. A pesar de que como seres humanos, racionales y por lo tanto frágiles, necesitamos confiar en algo para no estar tan perdidos en ésta vida, no podemos confiar ni en nosotros mismos. Todavía no encuentro ni creo que vaya a encontrar razones por las que la gente se cague tanto en su palabra, en la fidelidad hacia su amigo, llegue a envidiar al que es su compañero que le da todo de sí. Son esos sentimientos tan repugnantes los que siempre conducen a lo mismo, amigos que se separan, secretos que son dichos y peleas fuertes. El resultado es volver a la soledad absoluta por perder en esa persona una parte de nosotros mismos y seguir perdidos por este laberinto. Ahi es cuando se comprueba que no puede desafiarse la regla, no podés onfiar en nadie, si en algo, pero no en alguien. Cosa más extraña que ésa, humanos que no pueden confiar en humanos pero si en algo, que no esté vivo o que no pueda razonar igual de rebuscado como ellos. Los perros, los gatos, las tortugas, lo que sea. Otros que prefieren creer en algo que no pueden ver y que es una duda eterna para hayar solución a sus preguntas sobre su misma existencia y encontrar respuestas de el "porque estamos y hacia donde vamos" en una religión que puede tener un Dios (o varios) o idealizar algo terrenal como exponente de su existencia (los dioses griegos) y rendirle culto. Otros que prefieren no creer en ésta clase de pensamientos, simplemente afirman que creen en otras cosas. Lo que sea, creo en lo que veo, creo en lo que soy, creo en el destino, creo que mañana va a ser siempre un día mejor. Siempre estamos creyendo en algo, éso es seguro, ésa es la escencia humana. Pero, nunca hay que creer en alguien... no sé... me falta tiempo para decidirlo...
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